Relevancia y pertinencia de la Red Nacional de Educación Superior por la Inclusión de la ANUIES (RENADESI-ANUIES)

El día de hoy, 09 de junio de 2025, se conmemora el Segundo Aniversario de la Red Nacional de Educación Superior por la Inclusión que, bajo el cobijo de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), está siendo conocida y tomando lugar no solo a nivel nacional sino también internacional, a través de su acrónimo “RENADESI-ANUIES”.

Haciendo una rápida remembranza de tan significativo acontecimiento, debe anotarse quefue el 09 de junio de 2023 que, en las instalaciones de la Universidad de Colima, se llevó acabo la LXII Asamblea General de la ANUIES, y entre los diversos temas abordados, en dichasesión se presentaron y aprobaron dos nuevas redes nacionales: la hermana Red Nacional para la Paz y la Red Nacional de Educación Superior por la Inclusión (Acuerdo AG.LXII.23.8).

Desde entonces, la RENADESI-ANUIES, en congruencia con su misión, visión, y objetivo general fundacionales, ha venido desarrollando una cantidad importante de actividades enfocadas en realizar investigación, analizar, debatir y generar propuestas de solución en torno a la situación que viven o en que se encuentran los integrantes de los llamados Grupos de Atención Prioritaria (GAP) que, en el ámbito educativo en general, y en la educación superior en particular, se encuentran identificados como parte de los sectores de la población indígena, afrodescendiente –afromexicana para el caso de nuestro país–, personas con discapacidad, de la diversidad sexual y genérica, adulta mayor, en “movilidad humana” (migrantes), sin dejar de mencionar a las personas con aptitudes sobresalientes.

Tal como se anota en el Fundamento de creación de una Red Nacional de Inclusión y Educación Inclusiva (RENADESI, Acuerdo AG.LXII.23.8, 2023): “El rechazo tácito o explícito hacia los sectores de la población considerados como vulnerables, que más bien han sido y son ́vulnerados ́, se ha acompañado por actitudes que, en muchos casos, han desembocado en comportamientos y prácticas de exclusión, discriminación e injusticia social. Bajo esta dinámica, también se han forjado estructuras que, paulatinamente, han derivado en barreras que impiden el crecimiento y participación de una mayoría de los miembros de una comunidad…El sector educativo no ha estado al margen de estas circunstancias. No obstante, cada vez más se enfatiza la necesidad de construir una sociedad con miras a que todos, sin distingo alguno, formen parte de ella. Por tanto, la inclusión en general, así como la educación inclusiva en lo particular, llevan aparejada en sus fundamentos la aceptación de la pluralidad y las diferencias, lo que implica que todas las personas necesitan estar incluidas en la vida educativa y social”.

Tomando en consideración un contexto como el citado, es que cobró relevancia presentar ante la Secretaría General Ejecutiva de la ANUIES el proyecto de creación de una Red Nacional sobre Inclusión crítica en las IES Mexicanas, cuya finalidad estribó en que el Consejo Nacional y la Asamblea General de la ANUIES “valoraran la pertinencia y relevancia de la creación de una red de colaboración con alcance nacional que permita visibilizar la importancia que por derecho tienen los grupos de atención prioritaria para promover que en los diferentes niveles educativos, se cumpla con los preceptos que dan fundamento a la equidad, la accesibilidad, la no discriminación y la inclusión, sobre todo, a la educación inclusiva, para que incidan en el cambio necesario, real y efectivo de la cultura, las estructuras sociales y políticas, así como de las prácticas institucionales vigentes”.

Por tanto no fue fortuito que la Misión de la misma estuviese encaminada a “Integrar una Red Nacional de Instituciones de Educación Superior públicas y privadas que coadyuven, tanto en la formulación de iniciativas, planes de acción y políticas públicas educativas inclusivas como en la promoción de prácticas y estructuras institucionales incluyentes fomentando la inclusión de las personas con discapacidad y otros sectores de la población Vulnerados”…que su Visión se enfocara a “Que la Red Nacional promueva la generación de iniciativas y propuestas de cambios estructurales, culturales y sociales en las IES mexicanas, para la creación de entornos inclusivos que impulsen la inclusión social y educativa de los sectores de la población actualmente excluidos del sistema educativo”…y que su Objetivo General propusiera enfáticamente la imperiosa necesidad de “Conformar una Red Nacional colaborativa interinstitucional, inter y multidisciplinaria de IES públicas y privadas que impulse la colaboración, el intercambio de ideas, propuestas y experiencias de inclusión social y de educación inclusiva, que incidan en el avance y sustentabilidad de estructuras, entornos y políticas inclusivas en la Educación Superior mexicana, con apego a los estándares establecidos en la Convención por los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD), el Modelo Social de Derechos Humanos para las personas con discapacidad, y de aquellos otros sectores que pudiesen encontrarse en condiciones de vulnerabilidad, discriminación y exclusión”.

Pero ¿cuáles fueron algunas de las razones para proponer el surgimiento de una Red Nacional con las características enunciadas? Para responder a tal interrogante debe señalarse que desde el último tercio del siglo XX y lo que va del XXI, se ha venido desarrollando una por demás interesante discusión y análisis en el ámbito de la educación en su conjunto, y especialmente en el de la educación superior, que ha llamado la atención de las instituciones educativas correspondientes no sólo en México sino también en la mayoría de los países a nivel regional y global: la denominada inclusión, en su concepción más amplia, y que puede desdoblarse, a su vez, en lo que se ha definido como inclusión social y la incidencia directa que han tenido éstas en la ahora nombrada educación inclusiva.

Si bien los aspectos relevantes de la inclusión, la inclusión social y ahora la educación inclusiva son parte de la reflexión en el ámbito del conocimiento de las Ciencias Sociales, no debe soslayarse la importancia que tales conceptualizaciones han tenido y tienen –sobre todo, hoy en día– en el campo de la comprensión e investigación de la inter, trans y multi disciplinaria requerida para explicar lo más suficientemente posible, lo que acontece en la realidad de un sinfín de sociedades en las que, de acuerdo con Echarri (2020), coexisten personas o grupos de personas en situación de vulnerabilidad, las cuales por diferentes factores o la combinación de ellos, se encuentran en riesgo de sufrir algún tipo de discriminación, marginación o rechazo, como resultado de la acumulación de desventajas sociales e individuales que les impide alcanzar mejores condiciones de vida.

En este sentido, una definición pertinente ante un escenario como el planteado y puesta en los términos señalados, es aquélla que entiende la inclusión como un valor, una actitud y una práctica de reconocimiento y respeto por la diversidad, la identidad y la interculturalidad, que promueva activamente la construcción de comunidades en las que prevalezca el pleno respeto al derecho a la diferencia (Gutiérrez, 2025; SEP, s/f). En consecuencia, para lograr que la referencia a la inclusión citada pueda materializarse de manera efectiva, se necesita contar con instituciones educativas que fomenten y desarrollen dentro de ellas una educación inclusiva (ONU, 2019; SEP, 2018), que priorice en todo momento la incorporación plena de todas las personas a la comunidad educativa sin ningún tipo de distingos.

Sin embargo, como se ha observado y evidenciado en investigaciones en la materia (Gutiérrez, Jacobo y Jelinek, 2022; UAM, 2020; Echarri, 2020; Marcelín, Gutiérrez, Silva y Valladares, 2020; Guajardo, 2017; Jacobo, 2012; Ainscow, Dyson, Goldrick y West, 2013; Jacobo et al, 2013; Zapata, García y Chan, 2012; Forlin, Loreman y Shrama, 2011, entre otros), muchos de esos grupos o personas pueden permanecer o ser más proclives al riesgo de ser excluidas del sistema educativo (limitación o denegación del ejercicio del derecho a la educación en cualesquiera de sus formas y niveles) por razones de identidad, condiciones socioeconómicas u otra situación, como pudiera ser “[el] origen étnico o nacional, [el] género, [la] edad, [la] discapacidad, [la] condición social y de salud, [la] religión, [la] lengua, [la] opinión, [la] identidad de género u orientación sexual; apariencia, estado civil, o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y las coloque en una situación de vulnerabilidad”.

En consecuencia, puede señalarse que la inclusión, como se dijo inicialmente y desdoblada ahora como inclusión social, alude a esa forma de aprender a vivir, aprender y trabajar/colaborar juntos, y a compartir las oportunidades y los bienes sociales disponibles. Es decir, no se trata de una mera estrategia para ayudar a las personas a que solamente se integren a los sistemas y estructuras existentes, sino que la inclusión social se refiere a esa búsqueda que permita transformar esos sistemas y estructuras para que sean mejores, útiles y sean benéficos para todas y todos. Así entendida la inclusión social, ésta es y tiene que ver más con la respuesta apropiada a todos los aspectos de lo heterogéneo, de lo diverso dentro de la institucionalidad, donde todas las personas son un elemento por demás importante (Gutiérrez, 2025).

Deconstruidas las definiciones de inclusión e inclusión social de manera rápida y sintética, podrá comprenderse fácilmente la referencia a la educación inclusiva que instancias internacionales como la UNESCO hacen a este respecto y que, a la letra, dice:

“[La educación inclusiva consiste en] un proceso que permite abordar y responder
a la diversidad de necesidades de todas y todos los alumnos mediante una mayor
participación en el aprendizaje, las culturas y las comunidades, y reducir la exclusión
dentro y fuera del sistema educativo. Implica cambios y modificaciones en
contenidos, enfoques, estructuras y estrategias, con una visión común que abarca a
todas y todos…[en el] rango de edad apropiado y el convencimiento de que es
responsabilidad del sistema regular educar a todas y todos” (UNESCO, 2005; 13).

 

Como puede desprenderse de la cita anterior, la educación inclusiva descansa también en la filosofía del remover las barreras que obstaculicen el aprendizaje y la participación (BAP) del alumnado que pudiera encontrarse en condiciones de ser susceptibles a la exclusión y la marginación. Por ello, contar con este tipo de educación –como se cita en los Objetivos 2 y 10 (Educación de calidad, y Reducción de las desigualdades) del Desarrollo Sostenible 2030 de la Organización de las Naciones Unidas–, se podrá lograr el tener una enseñanza inclusiva, accesible, equitativa, de calidad y libre de cualquier tipo de discriminación que promueva oportunidades de aprendizaje y desarrollo permanentes para todas y todos (ONU, 2020), permitiendo con esto incorporar a más jóvenes en situación de vulnerabilidad a la comunidad universitaria, y procurar su permanencia en ella (Echarri, 2020).

Con base en argumentaciones como las planteadas, y para que no solo en las Instituciones de Educación Superior sino también en todos los niveles de escolaridad en México, cobre sentido y se concretice la educación inclusiva correspondiente, la definición, el diseño y la adopción de políticas públicas educativas de inclusión requerirán, por ejemplo, de la flexibilidad curricular y en los enfoques pedagógicos (Tünnermann, 2008), por un lado; y por el otro, de sensibilidad hacia el contexto y necesidades institucionales, así como el desarrollo de actitudes que fomenten una cultura de equidad, justicia social y respeto por lo diferente, lo diverso, en su concepción más amplia. Iniciativas de la naturaleza en consideración implicarán, además, una visión distinta de la educación común basada en la heterogeneidad y no en la homogeneidad como aún ocurre en el momento presente. Dicho en otras palabras, se requerirá contar con una perspectiva donde se reconozca que las diferencias son inherentes a los seres humanos y por lo mismo, cada alumno, cada profesor y cada trabajador administrativo que participan y colaboran en una comunidad de aprendizaje plural y diversa, tienen habilidades, intereses, motivaciones y experiencias personales únicas e irrepetibles (Gutiérrez, 2025).

Con un enfoque como el anotado, el énfasis está puesto en desarrollar una educación que valore y respete las diferencias, viéndolas como una oportunidad para optimizar el desarrollo personal y social que enriquezca los procesos de enseñanza aprendizaje en las instituciones educativas que se precien de ser modernas y de vanguardia. Asimismo, y siendo autocríticos, partiendo de realidades universitarias y educativas nacionales, regionales y globales como las aludidas, en las que prevalecen abierta o veladamente, la discriminación, la invisibilidad, la burla, el hostigamiento, el acoso, etc., de grupos o personas social e históricamente “vulnerados-as”, el desmantelamiento de la exclusión social supondrá y exigirá un gran esfuerzo institucional que debe permear en todas las comunidades universitarias para desmitificar, generar consciencia y propiciar una transformación de la cultura que transite de la exclusión prevaleciente a la inclusión social y educativa.

Si bien el reto es incluir, incorporar, admitir, aceptar y reconocer a sectores de los GAP que tradicionalmente han sido percibidas como “otredades”, la diseminación de una cultura incluyente que omita y normalice las diferencias humanas, debe darse prioritariamente en el núcleo, no de los grupos discriminados, sino de la mayoría de las comunidades educativas que al asumirse como “normales”, pudiesen estar ejerciendo y reproduciendo la discriminación y la exclusión social.

Por tanto, y como conclusión, puede enfatizarse que el cambio de mentalidad universitaria en el ámbito educativo en su conjunto, exige y requiere una serie de transformaciones de distinta naturaleza así como de campañas permanentes que se alejen de los antivalores de la discriminación, la exclusión y los diferentes tipos de violencias y que, por el contrario, con una posición de tal envergadura, destaque y fomente los valores de la inclusión social, de la solidaridad y fraternidad universitarias y educativas, “en pos” de construir espacios armónicos y pacíficos en los entornos escolares en el país en los cuales se dé cabida permanente a la igualdad de género, la inclusión social y la no discriminación; en transmitir valores universitarios de sabiduría, honestidad, respeto, solidaridad, equidad, responsabilidad, inclusión y justicia; en innovar en el uso de estrategias educativas que favorezcan el aprendizaje y que impliquen diseñar, elaborar y aplicar recursos que permitan el trabajo colaborativo e inclusivo, así como la creación de redes de aprendizaje, la integración del conocimiento y el fomento de la inter, trans y multi disciplina; y que favorezcan sin menoscabo alguno, la inclusión social y educativa que posibiliten atender y promover la pluralidad, la diversidad y la diferencia (Gutiérrez, 2021).

En este sentido, es necesario reconocer la diversidad social, cultural, lingüística, de habilidades (como las socioemocionales tan requeridas en los momentos actuales), los estilos y ritmos de aprendizaje como los componentes fundamentales a ser considerados en la planeación académica y ser incorporados en el proceso de enseñanza-aprendizaje institucional. Sin duda, el tiempo nos dirá qué tanto habremos avanzado en tales propósitos que seguramente nos pondrán en relación directa con lo señalado, en su momento, por un personaje de trascendental significancia como lo sigue siendo el señor Martin Luther King Jr., a quien se parafrasea de la siguiente manera en torno a la atención y respuesta adecuada que se debe tener en consideración para afrontar y contender con los retos y desafíos de la inclusión y la educación inclusiva que nos convocan y ocupan hoy día, sobre todo a una red de tan singular relevancia como lo es ya la Red Nacional de Educación Superior por la Inclusión de la ANUIES, mejor conocida como “RENADESI-ANUIES”:

La cobardía pregunta: ¿es seguro?
La conveniencia pregunta: ¿es político?
La vanidad pregunta: ¿es popular?
Pero la conciencia pregunta: ¿es lo correcto?
Y llega el momento en el que se debe tomar una posición [en
materia de inclusión social, inclusión educativa y educación
inclusiva] que no es ni segura, ni política, ni popular…pero hay
que tomarla ¡¡porque eso es lo correcto [que hay que hacer]!!
Martín Luther King Jr. (1929-1968).

Ciudad de México, 09 de junio de 2025.

Referencias bibliográficas.
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Crenshaw, K. (2002), “The Intersectionality of Race and Gender Discrimination. (Inédito). [Una versión anterior de esta ponencia se presentó como el documento de antecedentes para la Reunión del Grupo de Expertos en Discriminación por Género y Raza que se llevó a cabo en Zagreb, Croacia, del 21 al 24 de noviembre de 2000].

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